Carlota Barrera debuta con su primer desfile físico en London Fashion Week
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Como bien decretábamos desde FashionUnited España a finales de la pasada semana, esta última edición de la Semana de la Moda de Londres llegaba marcada por lo que bien podríamos resumir en torno a tres aspectos clave: la ausencia de grandes nombres dentro del programa, la suspirada brevedad de una edición de únicamente tres días, y la decidida apuesta en esta edición por poner en su foco central a los jóvenes diseñadores y a las nuevas promesas de la moda que vienen ejerciendo sus labores desde las Islas Británicas.
Sobre este cúmulo de circunstancias, se terminó allanando el camino para que la reconocida y galardonada diseñadora española, afincada en Londres, Carlota Barrera terminara reinando sobre esta nueva edición, junto a nombres como el suyo cada vez más consolidados dentro de la industria de la moda, como los de la diseñadora británica de ascendencia india y nigeriana Priya Ahluwalia, o el de la diseñadora británico-jamaicana Martine Rose. Figuras junto a las que habría terminado por componer esta suerte de trío de reinas de la “moda masculina”, que ha sido el encargado de dotar de un sabor y de un tono propio a esta singular última edición de junio de London Fashion Week (LFW), que finalmente tocaba a su fin este lunes día 13.
Primer desfile físico en London Fashion Week
Poniendo en el centro de nuestras miradas el trabajo de Barrera, tras debutar con su primera colección “The Matador and The Fisherman” para la temporada Primavera/Verano de 2019 dentro del programa “Off” de la edición de julio de 2018 de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, la diseñadora asturiana se ha convertido en una habitual de la Semana de la Moda de Londres. Una pasarela de la que ha venido participando durante tres ediciones a través de su calendario digital, y en la que ahora a debutado con la organización de su primer desfile físico.
A pesar de que para la edición de este año, y siguiendo con el dinamismo que desde la organización de LFW han querido mantener para el certamen, se seguía apostando por un formato híbrido en el que se han combinado los desfiles presenciales con las presentaciones digitales, Barrera se ha decidido por un desfile presencial y con público, con el que la diseñadora parecía venir a celebrar esta vuelta a la normalidad que, ahora parece que sí, por fin estamos comenzando a experimentar tras estos dos últimos años de intensa pandemia por coronavirus. Una práctica total supresión de las limitaciones y de las restricciones a las que nos hemos visto sometidos, que la asturiana se a abierto de este modo a solemnizar, con la presentación desde Londres de “Asere, qué bolá”, su colección para la temporada Primavera/Verano de 2023, y la última que ve la luz tras la presentación el pasado mes de febrero, en formato exclusivamente digital y en el marco de la anterior edición de LFW, de su colección “The Last Run” para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2022/2023.
Con Cuba, sus gentes y la práctica de la cianotipia como fuentes de inspiración
A lo largo así pues de un desfile en físico, organizado este pasado sábado desde un skatepark comunitario del londinense barrio de Notting Hill, y que además pudo seguirse en directo a través de la cuenta oficial de su marca de modas homónima en la red social Instagram, Barrera dio a conocer una propuesta dominada por los ritmos y las esencias venidas de las calles y de las gentes de Cuba. Isla y pueblo que convertía en el motivo inspiracional central de toda esta colección, que igualmente mantenía abierta a seguir manifestando su amor y su preocupación por todo lo vinculado con el mundo natural y con la aparente actual situación de crisis medioambiental, mediante en esta ocasión la plasmación de diferentes motivos orgánicos venidos del mundo marino sobre las prendas. Unas algas a resumidas cuentas que se terminaban por convertir en el origen de una suerte de motivos y de estampados, con los que Barrera parecía venir a celebrar ya no solamente la práctica fotográfica de la cianotipia, sino el tan buen uso de esta que supo dar la botánica británica Anna Atkins; considerada como la primera fotógrafa de la historia gracias precisamente a la recolección de algas que llevó a cabo para su obra “British Algae” de 1843.
Sumando de este modo sabor cubano, mundo natural y un cierto reconocimiento hacia la herencia femenina recibida de figuras como la de Atkins, Barrera presentaba sobre la pasarela de London Fashion Week una colección construida sobre una paleta cromática dominada por blancos y azules celeste, junto a acentos en marinos, marrones, verdes y hasta amarillos. Espectro del que se servía para dar forma a una reducida colección que navegaba entre lo masculino y lo genderless, para la que volvían a hacer su aparición elementos característicos de la marca como sus trajes cut-outs, mientras se incorporan nuevas referencias a sus intenciones de abrirse a reconstruir el mundo de la sastrería masculina, mediante prácticas como la elaboración de una nueva versión deconstruida de la chaqueta clásica.
Como prendas más destacadas de la colección, y sobre esta mencionada serie de principios, a lo largo del desfile pudimos descubrir desde nuevos y veraniegos trajes cut-outs, a camisas que beben de referencias cubanas como la guayabera, o una tan habitual camiseta sin mangas tipo tank top del armario masculino, que se reinventa a modo de trampantojo sobre una camisa de manga larga, de tal forma y cuidado que no hace sino evidenciar el cuidado y la delicadeza de las que Barrera se sirve para dar forma a cada uno de los diseños que idea. Unas modelos que, en esta ocasión, han llegado confeccionados en tejidos naturales como el algodón, en lyocell o en lino, una de las fibras estrellas de esta colección, a lo largo de la cual se presenta tanto en solitario como fibra pura, como en combinación con seda y con algodón. No pudiendo llegar a cerrar este estudio sobre esta última colección “Asere, qué bolá” de la diseñadora asturiana, sin igualmente destacar esas ilustraciones de algas que encontraremos como protagonistas del estampado representativo de esta colección, decorando desde pantalones a camisas, chaquetas y un sobretodo, e incluso dotando de un carácter especialmente singular a unos conjuntos completos de camisa y short y de pantalón y chaqueta tipo sastre, cuyo ambiente marino se termina de completar con un fondo efecto agua.
“El 26 de diciembre del 2004 Carlota visitó Cuba por primera vez”, y “desde entonces, tras varios viajes a lo largo de los años, ha establecido una conexión emocional con el país”, se encargan de explicarnos desde la propia firma de modas de la diseñadora, a través de un comunicado. “Su percepción, cambiante a lo largo del tiempo, ha supuesto” así pues “el punto de partida” de esta colección”, que encontraremos de este modo “inspirada en vivencias personales, diarios de viajes, conversaciones con desconocidos y cafés con amistades familiares”.
“Buena Vista Social Club, Olga Guillot o Bola de Nieve son algunos de los que ponen sonido a estas memorias”, y “que junto con la fotografía de Alex Webb o René Burri conforman el imaginario” de una propuesta, que rezuma “la vida del centro de la Habana, la crudeza del Malecón, la música callejera, el sonido del dominó en la Plaza Vieja, El Vedado, los mercados, las puertas abiertas, las conversaciones entre balcones, Carmita, Bárbara, Giordano…” y tanto y tantos otros elementos venidos de la isla, convertidos aquí en solamente “algunos de los pedazos” que terminan por componer esta colección. Una propuesta con la que la diseñadora, a resumidas cuentas, “continúa celebrando las raíces y explorando el sentimiento de comunidad, de pertenencia y la búsqueda de las identidades”, del mismo modo que ya empezara a hacer mediante aquella colección de debut de “The Matador and The Fisherman” inspirada en las tradiciones castizas.