Pharrell Williams debuta para Louis Vuitton: mucho cuadro, mucho píxel y mucho logo
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Madrid – Finalmente llegó el día. El día en el que, hecha ya la arriesgada estrategia de marketing de situar al frente del principal buque insignia del Grupo LVMH, la casa de modas Louis Vuitton, a un cantante estadounidense sin formación especializada en moda, sin una trayectoria consolidada en el sector y sin haber ejercicio antes ningún cargo de relativa similar importancia, ni dentro ni al frente de ningún equipo creativo, en cualquier otra casa de modas, el norteamericano Pharrell Williams debía salir públicamente a demostrar si el equipo de Bernard Arnault, y el propio presidente y director ejecutivo del holding internacional francés, no habían fallado a la hora de poner en manos del cantante y productor musical la dirección creativa de la línea masculina de Louis Vuitton. Una apuesta ciertamente osada, de la que, vista ya esta primera colección firmada por el natural de Virginia para la casa, no podemos terminar de asegurar que ni Williams ni la firma de lujo francesa hayan terminado de salir demasiado bien parados.
Sin que en ningún momento se haya entrado a cuestionar desde aquí el nombramiento de Williams como director creativo de las colecciones masculinas de la casa, una labor para la que hay que defender el que, si algo tiene además de especial y de bueno la moda, es precisamente que la sensibilidad y la creatividad de cualquiera puedan llegar a conducirlo a ejercer un papel principal dentro de la industria, tenga o no una formación más o menos reglada en las técnicas de diseño y costura, lo que sí vamos a pasar es a valorar el resultado del trabajo realizado por Williams para este su esperado debut dentro de las filas de Louis Vuitton. Un trabajo que tras la limpia y pulida sensibilidad demostrada durante esta última edición de la Semana de la Moda Masculina de Milán por casas como Prada o Zegna, no ha sido fácil de afrontar, dada la falta de sutilezas del lenguaje empleado para perfilar las piezas que conforman a esta primera colección diseñada por el estadounidense para la casa de modas francesas. Una propuesta que podríamos resumir en que adolece precisamente de toda esa sensibilidad y creatividad que justificarían el fichaje de Williams como director creativo de una casa de la talla como Louis Vuitton.
Ampliando este argumentario, la propuesta, que terminaba viendo la luz entrada ya la noche de este martes 20 de junio de 2023, llegando para cerrar la primera de las jornadas de desfiles oficiales de esta actual última edición Semana de la Moda Masculina de París, se descubría desde la magnética ambientación construida bajo un París al aire libre vivido desde el puente Pont Neuf —el más antiguo de la ciudad— que cruza las aguas del Sena a su paso por la capital francesa. Un primer desfile de debut que terminó por deslizarse bajo la atenta mirada de personajes tan conocidos como las de Naomi Campbell, Maluma, Lewis Hamilton, Kim Kardashian, Jared Leto, Lebron James, Rihanna o la de la pareja formada por Beyonce y Jay-Z, quienes terminaron ocupando un lugar de honor junto al mismísimo Bernard Arnault, quien se encargó así de este modo de analizar en detalle los diseños de esta colección, presentada en el marco de un esperado desfile cuya organización terminó por acordonar, desde a media jornada, buena parte de los muelles que rodean al Sena, desde Pont Neuf hasta la plaza de la Concorde.
Arrancada ya la presentación, al ritmo de una composición original compuesta a base de temas firmados por el propio Pharrell Williams, por la magistral actuación en directo del pianista chino Lang Lang, por la de Clipse y por la del coro de gospel de Virginia, estado natural del creativo, Voices of Fire, y en lo que terminó culminando en una actuación protagonizada por Pharrell Williams y Jay-Z, terminaron así por desfilar sobre la superficie del Pont Neuf las prendas de una colección diseñada por Williams, para el mismo Williams. Y nos explicamos, apuntando a cómo la propuesta desnuda y exalta las singularidades y los gustos del propio creativo, adelantando con ello el perfil del público al que parece estar enfocándose ahora Vuitton desde sus colecciones masculinas, en lo que faltará por ver de que manera termina evolucionando, o no, bajo el periodo en el que la casa se mantenga bajo la dirección creativa de Williams. Creativo que eso sí, si algo parece haber dejado claro con esta propuesta, es que no se ha limitado a ser una figura meramente decorativa dentro del equipo creativo de Vuitton, sino que ha pasado a ejercer, y de manera bien activa, ese rol como nuevo director creativo de sus colecciones masculinas. Una condición que, al menos por el momento, cuestionamos, a la vista de una colección que bien podría resumirse en la exaltación de los códigos de la firma que bien podría haber realizado cualquiera con una relación exógena y más que superficial hacia con el mundo de la moda y hacia con la propia historia de la casa de modas francesa. Y es que si lo que se buscaba para esta nueva etapa era sencillamente una suma de prendas de marcadas líneas urbanas y recubiertas, de principio y hasta el fin, de los más manidos estampados de la casa y de sus logotipos en formato “maxi” y por doquier, bastaría con haberle hecho llegar el encargo a un cualquiera no entendido ni especializado en moda. ¿O es que es acaso precisamente esto lo que se ha terminado por hacer?
Sea como sea, el resultado que ha terminado dejando tras de sí la presentación de esta colección, es la imagen de una Louis Vuitton que, al menos en lo que respecta a sus colecciones masculinas, se acaba de abrir a una etapa que la aleja de su perfil más “chic” y delicado, para echarse en brazos de esa otra vertiente del lujo que es la de un lujo americano que, históricamente enfrentado a la manera de entenderse en Europa, siempre ha gustado más de esa profusión de “maxilogos”, acabados dorados y de excesos, como los demostrados en esta primera colección de Williams para Louis Vuitton. Una propuesta con la que eso sí el nuevo director creativo de la casa, para sus colecciones masculinas, logra acercar la firma a los consumidores de ese siempre codiciado mercado norteamericano hacia el que el Grupo LVMH se encuentra especialmente focalizado, como demostró con la adquisición de Tiffany’s, y cuyo lenguaje ha pasado a “contagiarse” ya dentro de los lindes de la casa de modas francesa. Una Louis Vuitton que ha dejado ya así pues de hablar francés, pero dentro de la que sigue, al menos por el momento, resistiendo Nicolas Ghesquière como símbolo de esa finura de la que históricamente había venido haciendo gala la casa francesa y que la han conducido a representar la quinta esencia del significado del lujo.
¿Democratizando? a Louis Vuitton
Completada ya esta valoración inicial, y más general, de la propuesta para la temporada Primavera/Verano de 2024 diseñada, a modo de colección de debut, por Pharrell Williams para Louis Vuitton, pasamos ya a poner atención sobre los aspectos más destacados que, de manera igualmente más pormenorizada, han caracterizado las piezas de esta propuesta. Unos diseños que, faltaba más tratándose de una casa sustentada sobre un equipo de creativos y diseñadores como el que integra las filas de la maison francesa, y a pesar de dicho todo lo anterior, llegan igualmente acompañados de una suma de detalles que merecen especial atención.
Así pues, como principal elemento generador desde a partir del cual se ha terminado por ir perfilando esta colección, en un lenguaje marcadamente poético, desde Louis Vuitton señalan a las intenciones de Pharrell Williams de situar al sol como elemento en torno al que se ha terminado de construir y de idear esta propuesta. Un elemento al que, destacan, el creativo sitúa como “fuente universal de vida” y como elemento capaz de dar energía, de curar y de unificar “a los humanos a través de culturas y de creados”. Una figura así pues que adquiere unas connotaciones que vienen a hablarnos de igualdad, de inclusión y de rechazo a la discriminación y al diferente, defendidas desde esa luz que baña por igual al rico que al pobre, al blanco que a la persona de color, en un mensaje que precisamente viene a sostener las dos máximas que pretendía reivindicar Williams con esta colección, tal y como el mismo creativo se encargaba de explicar escasos momentos antes de terminar de descubrirse la colección. Máximas que pasaban, primero, por sus intenciones de entrar a “democratizar” la casa Vuitton con esta propuesta y con el trabajo que continúe desempeñando como director creativo de la casa, y segundo, por mostrarse como un eslabón más de la cadena por la puesta en valor de la cultura afroamericana. Dos extremos más que cuestionables, el primero por el público y por el sector al que se dirige la casa francesa, especializada en el sector del lujo, y el segundo, por demostrarse, al menos de la manera en la que ha trascendido, como una manera destacadamente poco modesta de tener una visión hacia sí mismo y a su papel dentro de la historia afroamericana, dentro de los Estados Unidos.
“Me hubiera gustado que nuestra cultura y nuestra gente no hubiera tenido que sufrir tanto para llegar a donde estamos”, para lo que “no se me escapa que mucha gente murió, que mucha gente sufrió” por defender esa cultura afroamericana de la que se siente un máximo representante el músico y creativo, explicaba el mismo Williams en unas declaraciones concedidas a la agencia AFP minutos antes de la celebración del desfile. “Mi nombramiento es un homenaje”, aseguraba en esta misma línea Williams, tanto a Abloh como a todos los que le precedieron, asentado las bases para este momento actual en el que, valoraba el estadounidense, “creo que estas compañías”, en referencia a LVMH, “están despertando, poco a poco pero con firmeza”, porque “creo que entienden que tenemos un toque especial, y algo realmente interesante que ofrecer”. Guardando a este respecto como principal propósito para este nuevo cometido, el de, tal y como declaraba en una entrevista concedida al medio francés Le Figaro, “convertir la marca” Louis Vuitton en una firma “lo más democrática posible, para que todos los que puedan comprarse algo de ella entren en su universo”. Una visión esta que, a raíz de estas palabras, no deja de resultar en una aproximación al término de “democrático” más que cuestionable.
Del exceso al exceso, de logos y patrones
Pasando ya a poner toda nuestra atención sobre el sentido de las piezas que componen esta colección, en términos de diseño, la propuesta terminó por descubrirse asentada sobre una “aguerrida” paleta cromática dominada por las mismas tonalidades en marrones, grises y en verdes hierba que precisamente se encargaban de perfilar el estampado “camuflaje” que terminó por protagonizar la apariencia de buena parte de los diseños. Una suma de elementos visuales que se defendían como una muestra de la “sensibilidad” de Williams hacia el mundo natural, en lo que no obstante se terminó de traducir en una manera demasiado agresiva de buscar tratar de poner en valor esa relación, precisamente en un momento en el que lo peor de la guerra ha vuelto a sacar a la luz en Europa la parte menos “sincera” del uso del estampado camuflaje. Un motivo que, en el marco de esta colección, sí es cierto que adquiere un valor algo más delicado en las prendas que, rechazando su lado más abstracto para abrazar su vertiente más figurativa, reflejan lo que parece el follaje de las ramas de unos bosques.
Del otro lado, haciendo hincapié precisamente en esa otra vertiente más abstracta, con ella pudimos ver desfilar a una de las prendas más destacadas de esta colección, y que no es sino que una suerte de sobretodo calado a modo de malla de camuflaje, con un interior que centelleaba al entrar en contacto con la luz exterior. Una pieza que veíamos así pues recubierta en su parte superficial por ese universo “pixelizado” construido a base de tonos “camuflaje”, y que no es sino el resultado del ejercicio de “daminetización” que ha terminado por dominar del otro lado, y por entero, a las prendas de esta colección de Louis Vuitton para la temporada Primavera/Verano de 2024. Un ejercicio con el que no hacemos sino referencia al uso generalizado del histórico patrón “Damier”, en forma de tablero de ajedrez, que forma parte de los códigos propios de la casa de modas francesa, y que ha terminado por recubrir a la práctica totalidad de los looks de la propuesta, en una labor no podemos decir que poco sutil practicada por Williams. Quien de este modo situaba al “Damier” de Louis Vuitton en uno de los principales elementos figurativos de esta colección, recubierta igualmente de extremo a fin del conjunto de todos los elementos y símbolos que componen el estampado “Monogram” de la firma de moda francesa. Uno de los elementos más distintivos de la casa desde su ideación, en torno al año 1896, por Georges Vuitton, y cuyos diamantes, flores y marca con las iniciales entrelazadas de la casa, Williams no dudó en plasmar desde en abrigos a chaquetas y toda clase de complementos.
Más allá de estos elementos figurativos, en cuanto a patrones, las piezas de la colección dan paso a diseños desde los que se revisitan los códigos propios de la indumentaria tradicional estadounidense vinculada al mundo “college”, como sus típicas chaquetas, en lo que nacía de los recuerdos del propio Williams y de su paso por la escuela secundaria “Princess Anne High School” de Virginia Beach. Una institución académica a la que el creativo quiso de este modo rendir un homenaje, reconociendo su papel fundamental en su posterior desarrollo como cantante y compositor, y ahora, a sus 50 años, como nuevo director creativo de Louis Vuitton. Ahondando en este mismo mundo académico, reconstruido y revisitado desde los parisinos talleres de la casa de moda francesa, con prendas de líneas deportivas, como pantalones de chándal y o tras piezas recubiertas no obstante de, además de los motivos de ese estampado “Monogram”, de una amplia serie de detalles de perlas bordadas. Unos elementos que también ocupan un lugar principal de esta colección, recubriendo igualmente distintas piezas de sastrería.
Una tipología esta de indumentaria que se ha terminado ofreciendo en su vertiente más holgada y urbana, en una combinación de pantalones largos y cortos y chaquetas. Destacándose en este punto los detalles de esos diseños sin cuello o con “cuello Mao” que tanto nos devolvían a la imagen del estilo más personal utilizado por Williams, desde una colección que se terminada de completar con la intervención de distintas piezas desde las obras de los artista estadounidenses Henry Taylor y ET Artist; responsable este último de firmar esas distintas vistas pixelizadas desde el Pont Neuf que se han terminado plasmando sobre distintos de los diseños de esta colección, adolecida por ese “exceso” carente de sutilezas a la hora de traer el “street style” al universo de la casa Vuitton.