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El abuso a las mujeres es el enfoque del documental Made in Mexico

Por FashionUnited

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Moda

Parsons ha elevado el tema de la sustentabilidad en su currículum en años recientes, entre sus esfuerzos se encuentran múltiples colaboraciones con socios externos, siendo la más reciente la presentada con Remake, la organización sin fines de lucro que se enfoca en las personas que hacen nuestra ropa. “Estamos muy comprometidos con que nuestros estudiantes y cuerpo docente utilicen la moda para un cambio social, para tener un impacto en el mundo”, expresó Brendan McCarthy, Director de BFS Fashion Design Systems & Materiality, durante su discurso de bienvenida previo a la proyección del documental en las instalaciones de Parsons.

Cuatro cortos años han transformado a una pequeña clase llamada Systems in Society en un camino completo dedicado a “alejarse de la idea de que la moda es simplemente acerca de las prendas, o una colección o un producto, sino que puede comprometerse profundamente de una manera co-colaborativa en las problemáticas sociales y políticas que nos interesan”. Esta es la premiere de la tercera entrega de a serie de filmes de Remake documentados por estudiantes, varios de ellos de Parsons, que visitan sitios de manufactura de ropa alrededor del mundo.

La colaboración de Remake y Parsons

La fundadora de Remake, Ayesha Barenblat ha experimentado durante una década en temas como derechos humanos, sustentabilidad y transparencia. Ella dirigió el tema de compromiso de marca en Better Work, una alianza entre el Banco Mundial y las Naciones Unidas para garantizar condiciones de trabajo seguras y decentes en las fábricas de vestimenta alrededor del mundo. También fue directora de productos de consumo en BSR, en donde ofrecía consultoría estratégica a marcas como H&M, Levi Strauss & Co., Marks and Spencer y Nike. Ayesha fundó Remake para crear “una corriente en la que todos nos juntáramos para hacer de la moda una fuerza para el bien”.

Barenblat dijo en la proyección del documental que: “La moda rápida es inherentemente violenta. Es violenta para los cuerpos de las mujeres, es opresiva para los cuerpos negros y cafés de nuestro planeta. Lo que realmente necesitamos es una oleada, una reflexión, un despertar, la llamada del estado de emergencia que realmente es”. Remake realiza estas travesías similares a las de los cuerpos de paz a través de concursos en Parsons, Duke y California College of the Arts para que los diseñadores puedan “venir con nosotros y ser testigos – porque una vez que has visto un vertedero de basura, una vez que el hedor químico de una casa para teñir haya golpeado tu garganta, una vez que te hayas sentado a comer con una mujer que hace tu ropa y ella te haya contado su historia, no puedes dejar de verlo y no puedes dejar de sentirlo”.

Mismos problemas, distintos lugares

Barenblat describe su pequeño documental como un “una toma de corre y acaba” con lo que explica que las comunidades en las que se fabrica la ropa no sólo son muy difíciles de navegar con una cámara, sino que mientras estaba haciendo documentales previos –Made in Cambodia y Made in Sri Lanka- ella pidió muchos favores a gente de la industria, pero cuando llegó a México no habían manufactureras o marcas dispuestas a dejarla entrar. Ella ha perdido amigos por revelar las fallas de la industria, pero continúa presionando de cualquier manera.

Lo que le sorprendió durante la filmación fue la manera en la que las trabajadoras del mundo del vestido la buscaron. “Mujeres de Juárez y de Oaxaca” explicó, “de la parte norte y sur de México, algunas de ellas tomaron un avión por primera vez, y vinieron a depositar su confianza en nosotros, a contarnos sus historias en una manera en la que se sentían seguras”.

La proyección de este documental no podría ser más oportuna: hace 106 años, durante la misma semana en la Ciudad de Nueva York, se sufrió el terrible incendio de la fábrica de Triangle Shirtwaist, mismo que cobro 146 vidas, en su mayoría de mujeres, inmigrantes judías e italianas. El mes de abril también marca el quinto aniversario del desastre en Rana Plaza en Bangladesh, en donde se perdieron 1,134 vidas en circunstancias extrañamente similares. Aún estamos peleando por tener seguridad en México, en Myanmar, en Etiopía…

Las mujeres son la columna de la industria

En 2018 el New York Times reportó que el 85 por ciento de los graduados de moda de Parsons eran mujeres, con números similares de FIT y Pratt. Las personas que entran en esta industria con entusiasmo son mujeres, sin embargo datos de C-Suite revelan un cambio en el balance de género. Los hombres controlan la industria. En el otro lado de la cadena se documentan números récord de cerca de 75 millones de mujeres realizando la ropa –más si incluimos a los sub-contratantes que trabajan en el extremo más sombrío de la cadena de suministro. Las mujeres son la columna de esta industria. Sin embargo, los jefes, supervisores y líderes sindicales son hombres. Las historias de MeToo en este campo son tan impactantes como en los demás, solo no son tan escuchadas.

“Mis supervisores en la fábrica me dicen que soy reemplazable, pero yo soy un individuo único y no encontrarán a nadie más como yo”

Olivia, fabricante de ropa.

Olivia, una de las entrevistadas, trabaja en una maquina que hace ropa para Walmart, entre otras marcas, en medio de condiciones de violencia y mala conducta sexual. Ella trabaja aquí para mantener a su hija Verónica, quien está estudiando leyes. “Yo quiero que las mujeres sean más valoradas en este país por sí mismas. Quiero que no sientan que su única forma de vida es ser madre y trabajar en condiciones inseguras, o que piensen que los hombres tienen la última palabra por encima de las mujeres y sus derechos”, expresó Verónica.

Reina, quien comenzó a trabajar en una maquila a los 14 años es ahora una activista ambiental y de derechos laborales. Ella ha visto a trabajadores cuya piel se decolora por los químicos, u otros que han desarrollado enfermedades crónicas debido a sus condiciones laborales, y a representantes de marcas que aseguran que no están enterados de la situación. Declaraciones éticas y códigos de conducta bellamente escritos en un lenguaje corporativo y emitidos por marcas globales no tienen ningún efecto en las vidas de estas mujeres. Ella dice que las marcas se enfocan en su imagen, pero no en cambiar las condiciones de sus trabajadores. También explica que no hay una edad mínima para comenzar a trabajar en las maquilas, en donde hay niños de hasta ocho años de edad que se dedican a sacar los hilos sueltos que quedan en algunas prendas terminadas.

Sajida, una de las estudiantes que estuvo en este viaje a México, no ve a estas mujeres como víctimas pasivas: “Ellas están peleando activamente en contra del sistema que las quiere mantener reprimidas”. De hecho, uno de los aspectos más alentadores del filme es escuchar cómo las mujeres se cuidan las unas a las otras y se juntan solidariamente para hacer su día a día más tolerable. No obstante, se sientan totalmente apartadas de los consumidores que usan esta ropa que ellas han hecho con tanto sufrimiento. La activista de moda Amanda Hearst, quien también viajó a México, se sintió impactada por una cosa que le dijo una de las mujeres: “Nunca habíamos tenido a nadie a quien contarle esto antes de hoy”.

La editora Jackie Mallon también es educadora y autora de la novella Silk for the Feed Dogs, una historia establecida en la industria de la moda internacional.

Traducido por: Christin Parcerisa

Photo credits:Remake.world
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