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Los sastres afganos están desbordados antes de la festividad por el fin del Ramadán

Por AFP

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Imagen ilustrativa de una mujer vestida de azul en Badakhshan, Afghanistan Credits: Joel Heard vía Unsplash

Kabul - A medida que se acerca el Aíd al Fitr, la festividad que marca esta semana el fin del Ramadán, las máquinas a coser funcionan sin parar en los talleres de los sastres de Afganistán, que llegan a trabajar 19 horas diarias.

El tercer Aíd al Fitr desde el regreso al poder de los talibanes, que prohíben cualquier festividad mixta, no tiene el brillo de antaño. Pero, pese a todo, todos quieren celebrar estrenando vestimentas, como es habitual en la tradición musulmana.

En el primer piso de Crystal Siddiqui, una tienda del norte de Kabul, los sastres con su metro alrededor del cuello, cortan modelos para los últimos pedidos antes del Aíd al Fitr, que será el martes o el miércoles, ya que depende del calendario lunar.

Más lejos, media docena de empleados cosen a máquina las "shalwar kameez", las largas túnicas sobre pantalón bombacho, que son tradicionales para los hombres. Durante todo el mes de ayuno del Ramadán, trabajaron 19 horas diarias para poder confeccionar 5.000 prendas, relataron.

"Es Ramadán, un mes lleno de promesas", explicó a la AFP Shayeq Siddiqui, quien trabaja en la empresa familiar.

"Cuando alguien lleva nuevas prendas y zapatos, eso les da un nuevo estado de ánimo y una energía renovada", afirmó este afgano de 23 años. Tras su regreso al poder en agosto de 2021, los talibanes impusieron muchas restricciones para las celebraciones y la vida cotidiana de los 40 millones de habitantes de Afganistán y entre las prohibiciones impuestas está la música.

Pero las principales perjudicadas de las nuevas normas, producto de una visión rigorista del islam, son las mujeres, que están casi vetadas del espacio público. En este contexto, este año el Aíd al Fitr, será celebrado otro año más de forma discretamente, en general dentro de los hogares.

Aunque los hombres se pueden reunir en el exterior, las mujeres están obligadas a quedarse en casa o como mucho ir de visita donde los vecinos. Pese a todo, los sastres siguen fabricando y vendiendo grandes cantidades de prendas con delicados bordados para las mujeres, que lucen en sus casas, sin tener la obligación de cubrirse de pies a cabeza con la abaya y el velo, que son obligatorios en la calle.

Bordados de Kandahar

El taller Crystal Siddiqui recibió durante el Ramadán dos veces más pedidos que en un mes normal.

"Por supuesto que es difícil, pero es nuestro trabajo y es lo que la gente quiere", dijo uno de los sastres, Abdul Farooq Azimi, un artesano de 28 años que disfruta de una corta pausa sentado en su taburete.

"Estamos contentos de ver a nuestros compatriotas llevar nuevas prendas con motivo del Aíd", dijo a la AFP.

"Estamos al servicio del pueblo en este mes sagrado", afirmó ante una ruma de "shalwar kameez" bordados con ricos motivos recién planchados y apilados.

Estas prendas serán el orgullo de sus propietarios cuando rindan las visitas de rigor a la familia y amigos, según estipula la tradición musulmana, durante los tres días que se festeja el fin del Ramadán.

La tradicional prenda cuesta entre 1.500 y 30.000 afganis (hasta 420 dólares, que equivaldrá a algo menos de 400 euros), una fortuna en ese país donde el 85 por ciento de la población vive con menos de un dólar diario.

Este año, están de moda los bordados de la ciudad meridional de Kandahar, que dan al tejido apariencia de piel de serpiente.

Pero hay para todos los gustos: en la tienda se ven túnicas bordadas con hilos dorados y también hay prendas brillantes que llevan piedras preciosas (AFP).

Artesanía