Balmain: cuando el prêt-à-porter se vuelve Alta Costura
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Madrid – Poniendo el broche final a la tercera jornada oficial de presentaciones y desfiles de esta edición de la Semana de la Moda de París, la casa Balmain presentaba la última colección firmada para la casa por el popular diseñador francés Olivier Rousteing. Una última colección de mujer, para la temporada Otoño/Invierno de 2024/2025, que volvió a descubrirse como una propuesta más propia de una Semana de la Alta Costura, que de una línea de prêt-à-porter.
Haciendo una primera valoración desde esta última colección que terminó viendo la luz este pasado miércoles, 28 de febrero de 2024, desde dentro del programa oficial de presentaciones y desfiles diseñado por la Fédération de la Haute Couture et de la Mode (FHCM), la tercera jornada del calendario de esta nueva edición de Paris Fashion Week alcanzó por descubrirse como una claramente jornada de contrastes. Los mismos que a simple vista ya podían descubrirse entre las líneas futuristas, puras y minimalistas que, bajo su particular poética de “gestos”, caracterizaron a la última colección de Nicolas Di Felice para Courrèges, colección con la que el diseñador belga se encargaba de abrir la jornada, y los rotundos volúmenes y la profusión de estampados y pliegues con los que llegó por su parte caracterizada esta última colección para Balmain firmada por Rousteing. Una propuesta desde la que el diseñador de modas francés ha vuelto a hacer gala de sus intenciones por aproximar a la casa a los valores más propios de la Alta Costura francesa, reafirmándose en ese pretendido mensaje que parece lanzar a cada nueva propuesta de su línea de prêt-à-porter, y que se asentaría sobre la máxima de que, para Rousteing, en Balmain, la única moda que tiene cabida es aquella que defiende los valores artesanales de la Alta Costura, y a los talleres garantes de su “savoir faire”.
Se trata este de un mensaje que ciertamente cabe celebrar, tanto en cuanto a las implicaciones que conlleva el mero hecho de salir a proclamarlo, como en cuanto a que además permite a la casa, no solo mantenerse asentada sobre sus orígenes y sobre la herencia construida desde su fundación en 1945 por Pierre Balmain, sino también el poder disponer de un perfil propio dentro de un universo de la moda cada vez más contagiado por ese “lujo silencioso” que sigue marcando la pauta del “nuevo lujo”. Ventajas todas estas que repercuten de manera cierto es que positiva en el universo, cada vez más único, de Balmain, pero que sin embargo, y eso merece la pena señalarlo, habría que ver hasta qué punto el estilo sobreactuado y excesivo de Rousteing para la hora de acercar esa Alta Costura a la línea de prêt-à-porter de Balmain, no dificulta, de un lado, el seguir exhibiendo en su máximo esplendor las bondades del “savoir faire” único francés, desde las creaciones únicas de una colección de Alta Costura —con su justo nombre y apellido—, como igualmente defender esas cualidades y calidades para la moda más utilitaria y práctica que, en principio, se busca ofrecer desde una colección de prêt-à-porter.
Si confundimos Alta Costura con prêt-à-porter, como viene haciendo Rousteing desde Balmain, lejos de rendir honores al “savoir faire” francés, como se haría desde una colección de Alta Costura, más bien se relativiza y se termina por defender desde su rango más bajo; al tiempo que igualmente no se logra construir una propuesta de prêt-à-porter pensada para la vida de diario. Y es que con sus propuestas, y esta no deja de resultar una excepción, Rousteing trata de contarnos cuánto significa la Alta Costura para él mismo y para la casa Balmain, pero sin ser capaz de ofrecer una colección de Alta Costura, y simplemente trasladando su estereotipada “espectacularidad” a unas colecciones de prêt-à-porter que, lejos de salir beneficiadas, terminan por mostrarse artificiales y excesivas. Un ejercicio con el que la casa parece mantenerse estancada en una especie de tierra de nadie, haciendo que sus colecciones sean difíciles de alabar, mostrándose carentes, no de talento y de una cierta originalidad, pero sí de un claro propósito, consecuencia de unas piezas que no llegan a ser lo suficientemente prácticas como para componer una colección de prêt-à-porter, ni lo suficientemente inspiradoras y bien trabajadas, en cuanto a materialidad, en depuración de líneas, en depuración de patrones, como para descubrirse coma sorprendente colección de Alta Costura, en mitad de una Semana de la Moda de prêt-à-porter.
Entre racimos de uvas y corsés
Puesta de este modo a contraluz, ya no solamente la colección, sino la que viene siendo la trayectoria de estos últimos años de Rousteing como director creativo de Balmain, pasamos ya a analizar en mayor detalle esta última colección de mujer, para la temporada Otoño/Invierno de 2024/2025. Una propuesta que encontraremos construida sobre una especialmente contenida paleta cromática, en la que priman los colores tierra y beige, junto a negros y blancos. Coloraciones que terminan por verse acompañadas por acentos en azules marino, verdes y rojos, adquiriendo un especial protagonismo dentro de la colección las variantes cromáticas en forma de estampados en cuadros de vichí y en motivos frutales y de racimos de uvas. Motivos todos estos para los que Rousteing se ha inspirado en la región vitivinícola de Burdeos, de la que es precisamente oriundo el modista.
Partiendo de este modo de las tierras sobre las que se asienta la capital de Nueva Aquitania como principal motivo de inspiración, Rousteing parece decidido a invitarnos desde esta propuesta a una suerte de picnic entre vides y viñedos. Una cita para la que nos descubre un armario en el que adquieren un especial protagonismo los pantalones de pinzas, las gabardinas, las faldas y los vestidos plisados, así como los corpiños. Categoría esta que termina por adquirir una identidad propia dentro de la colección, presentándose en una tan amplia como variada serie de formas y estampados, elementos en torno a los que al tiempo terminan por verse reunidas todas las sumas de influencias e intenciones que parecen sostener la propuesta, y que veremos en respuesta reunidas en torno a unos corsés y chaquetas/corsés de líneas años 60, con hombreras amplias y espaldas angulosas; en efecto plisado al más puro estilo “Balmain”; confeccionados en un grueso cuero negro; con solapas puntiagudas y metálicas; o recubiertos de racimos de uvas.
Se trata este precisamente de un motivo que se presenta como clave del conjunto de esta colección, y que encontraremos así inspirando tanto a un sinfín de estampados como de detalles voluminosos, destacándose de entre ellos los racimos de uvas de cristal que, en línea con lo expuesto, pendían como adorno decorativo de uno de los corsé-joya. Una de las piezas más inspiradoras, y clave, de esta colección, como al igual han resultado ser el corsé de uvas modelado en beige; el dorado en forma de concha; el conjunto confeccionado en piel de inspiración hoja; el vestido corto de falda corola y estampado de uvas; los distintos conjuntos en estampados de cuadros de vichí, y en especial el de la falda larga plisada y el corto con detalles de, nuevamente, racimos de uva; o ese sublime abrigo-caparazón que terminaba de descubrirse como el perfecto nexo de unión entre el inspirador mundo orgánico de las prendas, y el que igualmente Rousteing explora desde los pequeños detalles de la colección, en forma de broches y abotonaduras en formas de conchas, uvas, caracolas y fresas.
Una suma así pues de elementos y prendas singulares, repletas de detalles y, sí, también inspiradoras, pero que a pesar de todo no terminan de lograr inclinar la colección del lado de la Alta Costura ni del prêt-à-porter. En contra, lo que sí hacen es dibujar como carente de toda fuerza y del valor que bien podríamos destacar de una colección que tratase de resultar inspiradora desde la más alta excelencia del “savoir faire” francés, o resultar práctica desde la defensa de la artesanía como un valor que extrapolar a la vida de diario, desde una excelsa colección de prêt-à-porter.