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¿Qué debe superar la moda ética para prosperar?

Por Christin Parcerisa

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Moda

Recientemente la consultora internacional Euromonitor liberó su reporte de tendencias globales de los consumidores para este año. Dentro del top global hay un par de ellas que hablan sobre un aumento en la conciencia del consumidor por el cuidado ambiental, como la reducción de desperdicios, sobre todo referentes al plástico, y la protección animal. Sin embargo, este cambio de visión no se limita a las prácticas independientes que tienen los usuarios, sino también a las expectativas que tienen de las marcas que utilizan, ya que cada vez más personas eligen una firma porque comparten la misma ideología y exigen una coherencia entre los mensajes que reciben y las acciones que realizan.

La moda ética, por lo tanto, se encuentra en un momento en el que comienza a verse con mayor detenimiento. La transformación de un concepto a un práctica deseable por los consumidores está empujando a muchas marcas a replantear sus modelos de negocio y a los usuarios a cuestionarse más sobre lo que eligen para vestir. El camino comienza a trazarse, pero hay mucho por recorrer y muchos obstáculos que superar para que la industria realmente reduzca su impacto ambiental y social.

De acuerdo con un reporte realizado por la Fundación Ellen MacArthur, cada segundo es lanzado el equivalente a un camión de basura lleno de telas a un vertedero de basura o es quemado en su totalidad, se estima que se pierde un aproximado de 500 mil millones de dólares en desperdicio de ropa que casi no es utilizada y es desechada y se calcula que para el año 2050 la industria de la moda haya utilizado un cuarto del presupuesto de carbón del mundo. Por si fuera poco, ciertos textiles modernos están constantemente liberando toneladas de micro fibras al océano, una cantidad que equivale a 50 mil millones de botellas de plástico, partículas que se quedan en la naturaleza y se cuelan incluso en las cadenas alimenticias.

Al respecto, FashionUnited habló con Carmen Artigas, consultora y diseñadora de moda circular y sustentable. La mexicana ha impartido consultoría de moda ética a empresas en distintos países y ha impartido clases sobre este tema en Estados Unidos, en institutos de la talla del Fashion Institute of Technology.

En entrevista, Carmen explica que para ella la definición de la moda ética es “evaluar el impacto ecológico y humano de desarrollar un producto”, por lo que no se trata únicamente de centrarse en los materiales, o el desperdicio, sino crear conciencia de la moda como un todo, desde el cultivo, las condiciones de los trabajadores, la elección de los materiales, la optimización de los recursos, su interacción con el usuario final, etc.

El factor humano, un tema delicado en la moda

En el caso de México la experta cuenta que de acuerdo con una consultoría que realizó en el 2012 en Puebla y Tlaxcala para la cámara de la industria textil de estos estados, CITEX, descubrió que la industria en el país sufrió mucho cuando se abrieron las fronteras a los textiles de China, ya que esto se derivó en una reducción de la industria nacional de alrededor de un 90 por ciento. Carmen cuenta que habían fábricas de la quinta generación de textiles mexicanos que desaparecieron con el ingreso de los productos chinos y este impacto también es un tema de moda ética, al haber una pérdida de empleos tan grande que afecte de manera nuclear un mercado y que en su lugar se comiencen a utilizar productos de muy baja calidad. “Con la entrada de productos de baja calidad te quedas un poco en la esquina, entre la espada y la pared, porque si tienes un presupuesto escaso vas a comprar lo que esté disponible, que te dé la oportunidad de sentirte actualizado. La ropa se hizo muy barata y por eso estamos atrapados”, expresa Artigas.

El tema de los trabajadores en la moda ética es uno que se ha abordado poco, pero que tiene un impacto directo en el ecosistema de la moda. Apenas hace menos de 10 años se ha comenzado a hablar de la pérdida de empleos locales por favorecer a proveedores extranjeros, así como de las condiciones laborales en las que se encuentra la fuerza de trabajo detrás de la ropa más común. “Cuando comencé a dar clases ya era más visible el desastre ecológico y el costo humano. Aún no se había caído la fábrica Rana Plaza en Bangladesh, sino hasta el 2013, pero ya se habían quemado y caído otras fábricas en Bangladesh en años anteriores y habían más de 500 personas muertas, aunque no pasaba nada, ni llegaba la noticia a las personas. Cuando cae Rana Plaza son más de 1000 fallecidos y más de 2000 heridos, y alrededor de 800 huérfanos, entonces ya se convirtió en una noticia global y se cayó el telón para identificar quiénes estaban fabricando en este tipo de fábricas y qué estaba pasando en Bangladesh”, cuenta Carmen. La experta explica que aunque este tipo de noticias han abierto la discusión, aún queda mucho por hacer para generar conciencia acerca de la fuerza laboral y su relación con la industria en todo el globo. En particular, comparte que en Daka aún están en huelga alrededor de 50,000 mujeres que salieron a la calle a principios de enero por las bajas condiciones de trabajo en las que se encuentran, un tema muy grave ya que alrededor del 80 por ciento de la producción de ropa a nivel global es realizada por mujeres de este país.

“En este momento más humano te acercas a la naturaleza, y para mí la moda ética es más profunda, más lógica y auténtica. Y con el mismo propósito nos acercamos a las culturas, no las explotamos”, cuenta la consultora mexicana quien ha trabajado en concientizar a las marcas a través de consultoría y conferencias acerca de la apropiación cultural. Carmen explica que parte de la moda ética es ser responsable con el contexto cultural y ser respetuoso con las culturas cuando las marcas internacionales se acercan a ellas. En particular cuenta el ejemplo de la línea de Nike que hacía referencia a los rarámuris, una comunidad indígena tarahumara al norte de México. La experta explica que en esta línea de zapatos para correr no se respeta la cultura tarahumara ni sus condiciones de vida, ya que son una de las comunidades que se encuentra en pobreza extrema y que la apropiación cultural que tuvo la marca no fue adecuada.

El consumidor, entre la conciencia y el consumo

Carmen cuenta que a diferencia de la realidad que le tocó vivir a la generación conocida como baby boomers, nacidos entre la década de los 40 y 50, las nuevas generaciones están más comprometidas y conscientes de la escasez de los recursos naturales y de la responsabilidad que tienen para combatir los retos que se presentan. Al respecto, destaca que la conciencia ha aumentado en gran parte gracias a las redes sociales y a la eficiencia en cómo nos comunicamos por la tecnología. “Yo sí creo que tienen otro parámetro y deciden no participar en perjudicar, incluso buscan trabajos que no perjudiquen más. Están en ese camino de no hacer más daño, aunque ya sobrepasamos el límite”, expresa en entrevista.

La experta puntualiza que aunque hay un mayor interés el nivel de urgencia es aún mayor en el sentido en que estamos próximos a enfrentarnos a una escasez de recursos naturales. “Van a dispararse los precios, sobre todo de petroquímicos, pero también de otros, como el algodón. Por ejemplo, el lago Aral en Afghanistan se secó por la explotación del algodón. El cuarto cuerpo de agua más grande del planeta se secó porque se intentó crecer algodón ahí. Se arruinó un ecosistema completo en menos de 40 años”.

No obstante, la conciencia de cuidado del ambiente no es algo que aplique para todos. Así como una parte de la población de las nuevas generaciones está muy consciente acerca del impacto ambiental de sus acciones y exige mejores prácticas en cuanto a desechos, materiales y derechos de los trabajadores, también hay una gran parte de la población que se encuentra consumiendo mucho más de lo que necesitaría.

“Uno de los más recientes reportajes indica que la gente está comprando la ropa y devolviéndola por internet casi de inmediato. Piden la ropa, se la ponen, se toman una foto para Instagram y la devuelven. Ahora tenemos un gran problema, ya que se ha convertido en un tema mantener la curaduría de tu imagen, tú eres tu marca, pero ya ni siquiera están consumiendo, sólo están creando un nuevo nivel del problema. Regresar esa ropa es muy costoso para el inventario, entonces aumentan las pérdidas para las marcas”, expresa Carmen. En un momento en el que en el contexto global existen las grandes marcas que hacen la moda rápida, los calendarios comienzan a fluir más allá de las colecciones y estaciones y comienzan a vender 24 horas, 7 días a la semana por internet. La moda se vuelve tan accesible que los consumidores corren el riesgo de engancharse.

El camino de la sostenibilidad en México

Ante el golpe a la industria tras haber abierto las puertas a los productos provenientes de China, el país se encuentra en un momento en el que tiene que reconstruir la industria para comenzar a producir más, generar más empleos y diversificar en el tipo de prendas y de textiles que se realizan localmente. Además, la experta cuenta que México tiene la responsabilidad de proteger 12 variaciones de algodón salvaje. El cultivo del algodón es un tema muy sensible en el mundo, ya que las semillas de algodón modificado genéticamente son “suicidas”, por lo que solo pueden utilizarse una sola vez y después mueren. Si este tipo de semillas se llega a mezclar con las de algodón salvaje este último se contamina y sus semillas también mueren tras haberse utilizado. Localmente aún existe algodón salvaje y conservarlo es uno de los retos de la moda ética en el país.

Carmen comparte que otra de las tareas que tiene la industria en el país es la de proteger los textiles étnicos. “Si algo tiene México es cultura”, expresa la experta, quien acentúa que recientemente se ha dado una tendencia de digitalización de los textiles étnicos de parte de marcas reconocidas, las cuales registran las piezas sin retribución o atribución a las comunidades de las cuales son originarios.

Sin embargo, no todo son retos. Artigas aplaude el trabajo que los diseñadores mexicanos han tenido y dice que, sobre todo la generación actual de diseñadores se ha apegado bastante a realizar una moda cada vez más ética. “En México se tiene más integridad en esta cuestión, porque en otros lados los diseñadores son los reyes del marketing, pero aquí auténticamente lo están haciendo en México, con los recursos a la mano”. Carmen explica que los diseñadores están más interesados en recurrir a los artesanos locales para complementar con mejor diseño y buena calidad. “Por ello las producciones son pequeñas, pero de mejor calidad. Y además estás entrando en un diálogo con tu cliente. Es un tipo de comercio más sano”.

Photo credits: Instagram Carmen Artigas by Dustin Luna,
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